24 de enero de 2014

Conversaciones en Niza

La forma más gráfica que se me ocurre para mostraros la primera impresión que tuve de la ciudad de Niza al llegar sería clicando en la opción "satélite" de Google maps y en seguida veríais a qué tipo de atrocidad me refiero. Una superficie urbanizada en su práctica totalidad, la costa reducida a la mínima expresión y unas maltratadas montañas completamente infestadas con construcciones de todo tipo, devastando lo que un día debió de ser un paisaje espectacular.

Pero como el objetivo de mi cámara no es precisamente eso, objetivo, las fotografías que yo he tomado por allí intentan mostrar una cara algo menos triste de esta ciudad de la Costa Azul porque, aunque reconozco que hubo que indagar un poco para encontrarlos, Niza también tiene detalles y rincones que sí considero dignos de mención, y aquí traigo unos pocos de ellos, aunque seguro que tiene muchos más de los que yo tuve tiempo de descubrir.

Como ejemplo para empezar, el Parc départemental Estienne d'Orves, en el que más de 500 olivos centenarios te acompañan a lo largo de un sendero muy agradable que te lleva hasta el más majestuoso de todos ellos, este olivo milenario de aquí abajo.  

                    Está en Niza
 


                    Milenario
 
                                   Impresionante ejemplar milenario de Olea europaea.

Me hubiera gustado conocer el resultado de las obras que en ese momento protagonizaban el centro de la ciudad. Faltaban tan sólo un par de meses para terminar la llamada Promenade du Paillon; doce hectáreas de superficie ajardinada, producto de más de dos años de obras y también de unos 40 millones de euros— uniendo el teatro de la ciudad con la playa. Un ambicioso proyecto cuyo fruto final me quedé con las ganas de conocer, así que espero poder acercarme a echar un vistazo la próxima vez que me pase por la Costa Azul.

Si me merece la pena la visita, caerá una entrada sobre la Promenade du Paillon, pero de momento aquí van unas pocas fotos de algunos detalles artístico-culturales que llamaron mi atención, como esta enorme estructura escultórica ubicada delante del teatro de la ciudad. La verdad, no tengo ni idea de qué simbolizaban ni esos listones de madera blancos y naranja entrecruzándose los unos con los otros, ni tampoco la forma que componían en su conjunto; sin embargo, no puedo negar que algo había en todo ello que me encantó, quizá el contrastre de los colores y formas con ese raso azul del cielo nizardo.

Teatro



                    Tran vía verde


Más al norte de la ciudad se encuentra esta iglesia ortodoxa rusa; fue construida entre 1903 y 1912 por orden de la emperatriz rusa María Fiódorovna Románova en recuerdo de su hijo Nicolai, muerto en Niza unos años antes. No pudimos mas que verla desde fuera porque justamente cuando fuimos estaba cerrada (sí, el único día de la semana que cerraban al público fue el escogido por nosotros, ignorantes de la vida, para acercarnos a verla...). Lo dicho, si vuelvo por Niza, otra cosa más para la lista.

                    Turquesia
 


                    Conversaciones en Niza


Conversación en Niza. Así se llama esta obra del artista barcelonés Jaume Plensa, instalada en la céntrica Plaza Masséna desde 2007. Se trata de siete figuras representando unos personajes tipo escriba que simbolizan a su vez los siete continentes de nuestro planeta.

Normalmente de día muestran el tono blanquecino de la resina poliéster de la que están hechos, mientras que de noche se iluminan desde el interior, mostrando distintos colores de forma aleatoria y creando juegos de luz y color que representan de alguna manera la forma de expresión de cada uno, así como la interacción entre ellos.

Nosotros los pillamos al comienzo del atardecer, con lo que ese tono blanquecino de la resina se veía algo más amarillento al estar iluminado por los rayos de Sol del final del día.

                    Vajrasana


Pero la máxima expresión de estas supuestas conversaciones entre ellos, entre los personaje de resina, entre los siete continentes de la Tierra, es el hecho de que ninguna de ellas mira hacia el mismo lado; cada una se dirige hacia su propia dirección.

                    ¿Y tú qué miras?



                    La cabeza en las nubes


Pero sin duda una de las mejores jornadas la pasamos en el lago de Saint-Cassien, a una media hora de la ciudad. Una enorme masa de agua limpia completamente rodeada de montañas donde disfrutar del paisaje y relajarnos.

                    Lax lax


Disfrute y relax... sin duda Crevette esta que véis sufriendo aquí abajo había planeado lo mismo:

Gamba


Y para despedir la entrada os dejo con una foto de Limón, el mismo que se tiraba de cabeza a la piscina en las primeras fotos de esta entrada de cuando aún vivíamos en España, antes de emigrar ambos a tierras francesas.

Limón



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